Ser papá es un rol que puede vivirse de muchas formas. Se habla de “héroes”, “guías”, o “pilares”, como si la sola presencia asegurara cariño o compromiso. Muchas veces también se asocia a la usencia y el trauma.
Lo que sí podemos afirmar es que ser papá no significa tener todas las respuestas. Quien ejerce la paternidad se equivoca, frustra y siente el peso de intentar cumplir con las expectativas de una sociedad que no siempre confía en que un hombre pueda sostener la crianza.
Este es el caso de la película “Fatherhood”, dirigida por Paul Weitz y protagonizada por Kevin Hart, la cual muestra cómo ser papá es atravesar por el cansancio y las contradicciones de criar desde la incertidumbre. No romantiza la experiencia de criar ni idealiza la figura paterna.
En medio de pañales, rutinas y horarios escolares, lo que el protagonista encuentra no es un camino fácil, sino uno lleno de dudas. Hay momentos en los que no sabe si lo está haciendo bien, y tampoco hay alguien que se lo confirme. Y eso es de las cosas más realistas que tiene la película: la paternidad no como certeza, sino como un intento constante por estar, por aprender, por fallar y volver a empezar. No hay un molde ni un manual.

La paternidad se construye
Y ante esta trama, recordamos que ser papá es asumir un rol lleno de mucho carino, así como de tropiezos, dudas y momentos en los que el cansancio parece pesar mucho. Sin embargo, es ese compromiso cotidiano el que sostiene la relación y, aunque no sea perfecto, es lo que marca la diferencia. Es un recordatorio de que la paternidad implica estar, a pesar de todo.
Ser papá significa asumir responsabilidades, enfrentar lo inesperado y mantener el compromiso. Aunque no siempre se note en palabras, la constancia y la presencia pueden cambiar caminos. La paternidad tiene esa fuerza que a veces solo se reconoce con el tiempo. No es cuestión de perfección, sino de mostrar que alguien estuvo ahí, incluso en los días más difíciles.
La paternidad también implica aprender a lidiar con las propias limitaciones. No siempre se tiene la capacidad o las herramientas para estar “a la altura”, y eso no es excusa ni justificación, sino parte de la realidad. Reconocer esas fallas es fundamental para entender que ser padre no es algo que se logra de un día para otro, sino que requiere un esfuerzo constante.
No es un título automático ni un papel que se aprende de inmediato. Es una tarea que exige esfuerzo, tiempo y, sobre todo, honestidad con uno mismo.
Y tú, ¿qué piensas de la paternidad?