Desde pequeñas, a las niñas se les enseña a tener miedo. Miedo de hablar fuerte, salir solas y decir NO. Nadie les cuenta que esa sensación no protege, sino que paraliza. En México, muchas niñas y adolescentes crecen con esa angustia, porque la violencia de género, los embarazos infantiles, los matrimonios forzados y la amenaza constante de la desaparición, la trata de personas y los feminicidios siguen siendo parte de su día a día.
Si las niñas y adolescentes se sienten vulnerables, están en riesgo de perder su capacidad de actuar, porque su prioridad más alta es la de sobrevivir. En este sentido, vivir en condiciones de violencia es una manera de despojarlas de su poder. El problema es que esta realidad también limita sus oportunidades porque, cuando el miedo se vuelve parte de su vida, es más difícil que levanten la voz, que exijan sus derechos, que cuestionen su entorno y que sueñen con un cambio.
Decisiones que no deben ser forzadas
A muchas niñas y adolescentes nunca se les pregunta qué quieren hacer con su vida. Nadie les cuestiona si quieren casarse, si desean ser madres o seguir estudiando. Simplemente, un día, alguien decide por ellas y, cuando eso pasa, su derecho a elegir desaparece.
Hasta 2020, más de 313 mil niñas, niños y adolescentes de 12 a 17 años estaban en un matrimonio o unión temprana; el 76% de ellos eran mujeres. Muchas de ellas no tuvieron otra opción.
A través del informe Recuperar el poder: las niñas y adolescentes en el tiempo de mujeres transformadoras, vimos cómo muchas niñas son obligadas a casarse o a estar en relaciones, no por amor, sino por pobreza, presión social o porque un embarazo cambió el rumbo de sus vidas. Para algunas, casarse parece la única salida de la violencia en casa o de una situación económica complicada; para otras, es una decisión impuesta por su familia.
Tener opciones y oportunidades cambia vidas, y eso solo es posible si las niñas pueden decidir sobre su educación, su futuro y su propio cuerpo sin miedo, ni presiones, y, más importante, sin que nadie las obligue a ser alguien que no quieren ser.
En nuestra Guía de Autocuidado, hablamos sobre la importancia de identificar situaciones violentas y contar con apoyo para recuperar el poder sobre su propio futuro. Tener acceso a información sobre su cuerpo y sus derechos, rodearse de personas que las cuiden y reconocer situaciones de riesgo son elementos clave para construir una vida con autonomía y seguridad.
Así como se les impuso miedo, también podemos anularlo, pero esto no es solo responsabilidad de las niñas y adolescentes, sino de todas y todos. Recuperar el poder significa entender que sus cuerpos, sus decisiones y su futuro son suyos.
Desde Save the Children, trabajamos para que esto sea una realidad. Nuestra Guía de Autocuidado ofrece herramientas para fortalecer su autonomía y seguridad en distintos espacios:
- Identificar redes de apoyo: Contar con personas de confianza con quienes puedan hablar y sentirse seguras.
- Cuidar su salud física y mental: Buscar apoyo psicológico cuando lo necesiten y fortalecer su autonomía corporal.
- Cuestionar narrativas de violencia: Desaprender ideas que justifican el control y la sumisión en las relaciones.
- Crear espacios seguros: Encontrar lugares donde se sientan felices y libres de violencia, ya sea en casa, en la escuela o en la comunidad.
- Aprender a detectar señales de abuso: Conocer los signos de violencia psicológica, física o sexual para prevenir situaciones de riesgo.
También impulsamos políticas públicas y acompañamos a las niñas en la defensa de sus derechos. Esto significa prevenir embarazos adolescentes, erradicar matrimonios forzados y garantizar espacios adecuados para su desarrollo.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizarles un entorno donde puedan crecer sin limitaciones. Un país donde no solo su voz sea escuchada y puedan soñar sin restricciones, sino también en el que sus decisiones sean respetadas.
Las niñas y adolescentes tienen que recuperar su poder, ese que les arrebataron desde pequeñas, para que puedan crecer sin miedo, con la certeza de que sus vidas les pertenecen.
Por eso, en Save the Children, seguimos trabajando para que más niñas tengan la libertad de elegir. Abogamos por leyes que protejan sus derechos, impulsamos programas que fortalezcan su independencia y creamos espacios seguros donde puedan expresarse sin miedo.
Las niñas y adolescentes no tienen que pedir permiso ni disculparse por ser quienes son. Solo necesitan un mundo que las respete, valore y permita crecer con dignidad.

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