En México millones de niñas, niños y adolescentes realizan actividades laborales que ponen en riesgo su desarrollo, integridad e incluso su vida.  

En muchas ocasiones, las largas jornadas les privan de su derecho a la educación, al no poder asistir a la escuela o cumplir con sus tareas; lo cual, a su vez, limita su derecho al descanso, al esparcimiento y al juego propios de su edad. 

La parte más cruenta está en aquello que hemos invisibilizado. El trabajo infantil en sus peores formas puede aniquilar por completo su niñez, por ejemplo, cuando son víctimas de explotación sexual.